La sombra de Pedro Sánchez es alargada y, desde que dio un golpe encima de la mesa el 24 de abril, planea sobre la política catalana, ergo sobre las elecciones del 12M. Ni siquiera su declaración institucional del lunes de esta semana ha bajado las aguas a su cauce. El presidente del Gobierno está más presente que nunca. Y todos lo saben. 

Los independentistas de Junts y ERC pensaban que tenían ya bastante dolores de cabeza con lidiar las cornadas de Silvia Orriols y Clara Ponsatí, además de la consabida CUP. Pues no, Sánchez se ha convertido en un grano dónde la espalda pierde su bonito nombre. Por un lado, Puigdemont y Aragonés respiran aliviados porque un adelanto electoral en España hubiera sido un caos para sus expectativas. Y no sólo por eso. Ambos aspiran a que la Ley de Amnistía quede aprobada a finales de mes y ambos tienen negociaciones abiertas con el Gobierno, sea inmigración para Junts y Rodalies para Esquerra.

Su marcha hubiera enviado al carajo -versión Milei- todas las previsiones y, por tanto, las que consideran balas de plata en la campaña. Respiran por el "he decidido seguir" pero saben que este "he decidido seguir" los mete en una ratonera. La prueba de algodón fue un Pere Aragonés al estilo Django Desencadenado arremetiendo contra Sánchez e intentando impedir una entrevista del presidente en RTVE. Ahí contó con el apoyo del PP, curioso. Llegaron tarde y la Junta Electoral no revisó la petición pero avisó que si lo hubiera hecho no la habría vetado.

Puigdemont ha estado más fino. El anuncio de Sánchez coincidió con el fallecimiento de su madre y su retirada 48 horas de la campaña. Utilizó la táctica del judo, aprovechar la fuerza del contrario para ponerse en valor aunque no desaprovechó la ocasión para arremeter contra la "comedia" de Sánchez. Las encuestas lo sitúan en un estancamiento, ya no va in crescendo, por tanto se pone a nivel de Sánchez apostando por un 12M como un plebiscito entre él y el presidente. De paso, deja a Aragonés en la cuneta. 

Que se quede Sánchez les da intranquilidad. El votante socialista catalán se ha reactivado, más si cabe, con el "basta ya" de Sánchez. Illa sacó punta a la cosa "nosotros no somos de los que se rinden", apelando al voto útil que en las últimas generales situó al PSC con 19 diputados con una cosecha de votos del mundo independentista para poner veto a un gobierno PP-Vox. Por esto, el llamamiento de Sánchez contra la calumnia y la insidia, los insultos y los bulos que representan estas formaciones pueden reactivar un voto socialista en unas autonómicas, las más "españolizadas" de la democracia.

De hecho, las encuestas de estos días ya detectan corrimientos importantes de intención de voto al PSC. En detrimento de Junts y ERC, y son toda una losa para los Comunes que no levantan cabeza. Eso sí, en el PSC reina la prudencia porque la política es tan volátil que una semana es una eternidad y lo que hoy es blanco mañana puede ser negro. Y por decirlo claro, en muchos cuadros socialistas la jugada de Sánchez no ha sido de agrado. Otra cosa son los votantes como se vio en el golpe de efecto de la Feria de Abril donde apareció por sorpresa y los mítines de Sant Boi, Montmeló y Barcelona.

Jéssica Albiach, abandonada a su suerte durante la precampaña por Ada Colau, vaga por el desierto sin cantimplora. Ya estaba tocada antes del movimiento de Sánchez. Ahora tocada y hundida, en versión del juego de hundir barcos. Las autonómicas nunca han sido un terreno de juego favorable para los Comunes y que el epicentro de la izquierda sea el PSC no es una buena noticia. 

En el otro extremo, PP y Vox aguantan el temporal. Los primeros porque tienen buenas perspectivas, quizá demasiadas, porque corren el riesgo de perder ante las encuestas, y los segundos porque el protagonismo de Sánchez refuerza su suelo electoral. Tendrán menos representación, el PP les hará el sorpasso pero la ultraderecha de Garriga no se dejará demasiados pelos en la gatera. Alejandro Fernández tiene que izar su bandera contra el sanchismo, con eso sería suficiente y no cometer errores. Su jefa de campaña, Dolors Montserrat, no se lo pone fácil. Esperemos que en esta última semana de campaña, Fernández nos explique por qué el PP español votó en la Eurocámara contra el Corredor del Mediterráneo. "Mala peça al taller", tiene el candidato popular que está haciendo una buena campaña. Habrá que ver si la constante presencia de Feijóo ayuda o es un lastre. De momento, Sánchez sigue omnipresente en la campaña y solo queda una semana.